Pasan cosas
Hemos perdido la capacidad de asombro en el sur de la Florida, ante tantas cosas malas, sucias que a diario ocurren en todos los órdenes. Hace falta que la ciudadanía sea más estricta en exigir orden a los gobernantes y los políticos.
Eucario Bermúdez | Febrero 15 de 2013
Abusos, corrupción, trampas, en casi todos los frentes de la actividad pública, caracterizan la vida diaria de muchas municipalidades del sur de la Florida, pero especialmente en Miami y el Condado Dade por ser las áreas de mayor población y presupuesto. No es nada nuevo. Casi hemos perdido la capacidad de asombro ante tantas cosas sucias que ocurren. Porque no pasa día sin que algo podrido salga a la luz pública.
Ya es de dominio público que ostentamos varios indecorosos campeonatos, siendo el primero el fraude al Medicare, pero no se quedan atrás las conductas irresponsables y muchas veces delictivas de los políticos, las actuaciones oscuras de constructores que se llenan de dinero y en muchas obras aparecen luego daños considerables como está ocurriendo con el gran Centro de Bellas Artes –el Adrian Arsh Center- del Dowtown en donde la obra costo casi el doble de lo planeado y ahora resulta que se ha inundado parcialmente por fallas protuberantes en los drenajes, causando pérdidas millonarias que obviamente pagaremos los pobres contribuyentes. Lo mismo que ocurre a menor escala pero con perjuicios más dolorosos porque afecta a familias de escasos recursos, cuyas casas mal construidas, se están yendo a pique dejando en la calle a familias que confiaron sus escasos recursos a obtener una vivienda, entregando su confianza y sus escasos dineros a los constructores. Picaros condenables.
Y así, por donde miramos, salta la liebre de los delitos, la corrupción, las ofensas a la ciudadanía, las conductas inapropiadas, los malos manejos de los dineros públicos, las estafas y las trampas que contribuyen al deterioro de la calidad de vida y el orden que debe imperar en una sociedad. Si no fuera porque simultáneamente la ciudad nos brinda tantas satisfacciones en el orden material de sus atractivos, eventos, oportunidades y bellezas naturales, seguramente seriamos más drásticos en exigir el orden, condenar la corrupción y ser más vigilantes de las conductas de los gobernantes, los funcionarios, los políticos y la ciudadanía misma.